viernes, 13 de julio de 2007

GENETICA Y DOCTRINA CRISTIANA,



La doctrina cristiana
y los principios genéticos.

por J.M.Moreno

El análisis de la estrategia genética contenida en el ADN del ser humano, y el estudio riguroso de la mecánica de las facultades conscientes que determinan las conductas, sumada a la comprobación de que esas facultades también están determinadas en la programación genética, conduce a pensar en la congruencia que existe entre los principios biológicos que rigen la genética, y los principios morales contenidos en la doctrina cristiana.
Las coincidencias de propósitos que existen entre ambos, son realmente impresionantes.
Las tendencias cristianas en cuanto a la afinidad, la unión entre géneros distintos, la unidad orgánica familiar, el legado de las costumbres y tradiciones, hacen que el desarrollo individual, y la construcción familiar no sólo sean semejantes, sino que parecen estar directamente relacionados con los principios que actualmente se conocemos mediante el estudio de la información genética.
Advertir esta analogía con los conocimientos científicos y sociológicos propios de la época en que vivimos puede resultar sencillo, pero que un ser de hace más de veinte siglos formulara una doctrina tan semejante a la que rige los principios de la propia esencia biológica del ser y a los propósitos de su naturaleza, es asunto para ser meditado muy profundamente.

En una época de ignorancia y superstición en la que eran muy escasos y rudimentarios los conocimientos científicos relacionados con la biología del ser humano, Jesús resalta con su doctrina como la más importante visión profética de la especie.
Vino a despertar la conciencia de los seres. A decirles que
la potencia creadora de la vida estaba en la conciencia de cada uno de ellos, y que la doctrina que predicaba era el camino para que cada cual viviera conforme a las leyes naturales y cumpliera las funciones para las que había sido creado, señalándoles el modo de vida necesario para una plena realización personal, y para que en consecuencia se produjera la evolución social destinada a hacer realidad la afinidad, la paz, y la justicia, en todo el orbe, y a explicar, con su ejemplo, y con su mandamiento del amor al prójimo, que la afinidad es la base de la vida en todos los sentidos.
De una manera prodigiosa, si no misteriosa, su doctrina corresponde curiosamente a la conducta determinada en la estrategia genética programada por la potencia consciente iniciadora de la vida, lo que significa que el creador de la doctrina se adelantó, en aquella lejana época, a los descubrimientos científicos que habrían de venir veinte siglos después, con una misteriosa y prodigiosa visión de las leyes que determinan el origen, el desarrollo, y el propósito de la vida del ser, y la importancia de la reglamentación consciente de las conductas para la vida natural, la justicia, y la convivencia.
Muchas de las previsiones que hace la doctrina cristiana respecto a las actuales transgresiones a las leyes naturales, la moral, y el respeto a la vida, se entenderían mejor si se observara cuan cercanas están esas enseñanzas de las propias leyes establecidas por el código genético en los comienzos mismos de nuestra existencia.
Y todo esto, porque en el código genético no sólo están establecidas las conductas celulares del organismo, sino también las características y las facultades de nuestra propia conciencia.
Al remecer y despertar la conciencia de los hombres, el Divino Maestro sabía, de manera inexplicable, que en su doctrina estaban aplicando los principios fundamentales de la existencia. Por eso le contestó con altivez a Pilatos, que él , y su doctrina, representaban el verdadero camino de la vida.